Era tanta la importancia que tenias dentro de mi, que poco a poco se fue convirtiendo en urgencia y tan grande fue esa urgencia que te convertiste en un caso trivial, sin mas impuestos que el que paga cada amor después de comprarse una pena moral y condenarse al peor de los olvidos, la cotidianidad.
Ahora la oigo hablar de fiestas, de pepas, sexo y rock n roll y me siento a cavilar en la poca sensatez de sus palabras, pues le dedica toda su concentración a las formas que puede tomar su goma de mascar.
Cabizbajo e indignado por no ser capaz de odiarla, me alejo de su presencia con la certeza de concluir algo:
En sus bolsillos no habrían ni un cinco por ciento para pagar todas las prestaciones adquiridas al hacer uso de mis servicios, por lo tanto la deuda que ella estaría condenada a cancelar llegaría a mantenerla durante una de sus tantas vidas (cada una es equivalente a las veces que dice enamorarse) junto a mi, cosa que yo, ya no deseaba que sucediera.
Tan grande llego a ser mi desesperación que opte por actuar como hacen los borrachos cuando de plata se esta hablando, despilfarrar sin voluntad, en este caso me quede sin un céntimo, puesto que despilfarre sin plata toda la voluntad. Y fue cuando decidí tomar la única oferta:
Llevarla de la mano por el recuerdo, darle una vuelta en el olvido y abandonarla en la cotidianidad de cualquier día...
Eso si, esta vez ella pagaría (sin darse cuenta claro esta), todo el saldo acumulado durante tantos años y así mismo cerraría aquella cuenta para que yo nunca mas pudiera mirar atrás.
jueves, septiembre 14, 2006
Derechos Arancelarios
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1 comentario:
Como dicen por ahi: No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague.
Era tu hora.. era su hora.
Un abrazo!
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